>> REEDUCAR AL CEREBRO PARA DEJAR DE COMER EN EXCESO...

Aunque muchos afirman tener una relación amor/odio con la comida, para las personas obesas, esta relación es mucho más caótica, abusiva y dolorosa de lo que la mayoría de las personas sanas puede imaginar. 
La dieta y el ejercicio son las soluciones más comúnmente indicadas para luchar contra la obesidad, pero la verdadera cura podría estar en reeducar el cerebro del obeso. Crecientes investigaciones están comenzando a desentrañar las increíblemente delicadas y complejas reacciones químicas que comunican el hambre y la saciedad al cerebro. 
Mientras la epidemia de obesidad continúa haciendo tambalear los sistemas de salud del mundo occidental e infligiendo dolor emocional y físico en un porcentaje creciente de sus ciudadanos, los científicos están descubriendo que el cerebro de las personas obesas funciona de manera diferente que el de sus contrapartes de peso normal. 

Un cerebro normal recibe claramente las señales de que el cuerpo tiene hambre. Probablemente usted esté familiarizado con el dolor profundo o los rugidos de un estómago vacío. Ese es el cerebro pidiendo comida. Una vez que el cuerpo recibe sustento, avisa al cerebro que el combustible calórico consumido es suficiente y este le envía esa sensación agradable y cómoda de plenitud. 
El cerebro de un individuo obeso no es un lugar feliz y funcional, al menos no en lo que respecta a la alimentación. Eso se debe a que los seres humanos son criaturas extremadamente emocionales y las emociones tienen el poder de afectar fuertemente los procesos corporales. 
Un ruido en la noche puede hacer que su corazón palpite o la mirada de un amor secreto puede hacer sonrojar a una persona desde el cuello hasta las mejillas. Del mismo modo, los investigadores teorizan que las emociones fuertes relacionadas con la alimentación pueden ahogar el proceso químico natural de comunicación en el cerebro de un sujeto obeso. 
Sin una comunicación clara, el cerebro no puede saber cuándo tiene hambre. La proporción carece de sentido, y se afianzan los malos hábitos alimenticios. 
En lugar de confiar en el cuerpo para comunicar que siente hambre, una persona obesa puede aprender a comer en respuesta al estrés, al aburrimiento o a la ansiedad. Aquí es cuando la relación con los alimentos puede empezar a tornarse abusiva. 
La mayoría de las personas obesas odia el control que ejerce la comida sobre ellas. Ellas piensan todo el día en la comida, la desean, la comen e inmediatamente quieren más. Reconocen lo que está haciendo la comida con ellas, pero a medida que se vuelven más y más pesadas, se refugian cada vez más en la comida para mitigar el dolor. 
Entonces, ¿cómo puede hacer una persona obesa para reparar su tambaleante relación con la comida? La dieta y el ejercicio físico se centran en el cuerpo físico, pero antes de que esos métodos puedan tener éxito, el individuo debe aprender a separar las emociones del proceso de comer. 
Al igual que al reconstruir cualquier otra relación poco saludable, volver a aprender a vivir con los alimentos requiere que un individuo se enfrente a las razones emocionales del comer en exceso y entrene gradualmente su cerebro para escuchar las señales que envía su cuerpo en relación al hambre y a la saciedad. 
Con el tiempo, el compromiso y la gran cantidad de pequeños pasos en la dirección correcta, una relación abusiva con la comida se puede transformar en una asociación sana, comprensiva y maravillosa.